Durante los últimos dos años, pedir un préstamo personal en América Latina se volvió una decisión mucho más delicada. Aunque varios bancos centrales empezaron a recortar sus tasas en 2025, el nivel de intereses sigue siendo elevado en muchos países, y eso se traslada casi de forma directa al crédito al consumo.
El resultado es claro: cuotas más caras, plazos más largos para poder pagar y un freno visible en la demanda. Pero el impacto no es uniforme. Depende del punto de partida de cada economía, de su inflación y de cuán rápido baja (o no) el costo del dinero.
Países con mayor carga de intereses
Entre los más afectados destaca Argentina. Aun con un proceso de baja reciente, la política monetaria sigue reflejando un entorno de inflación alta y, por lo tanto, un crédito caro. En la práctica, esto significa préstamos personales con costos muy elevados, porque los bancos suman riesgo, comisiones y márgenes para cubrir la volatilidad económica.
Brasil es otro caso pesado. El país llegó a 2025 con una tasa de referencia todavía muy alta en comparación global, y con expectativas de recortes lentos. Como el traspaso hacia el crédito al consumo es fuerte, financiar compras o refinanciar deudas se vuelve especialmente costoso para los hogares brasileños, incluso cuando la inflación comienza a ceder.
Qué cambios siente la gente en el bolsillo
Con intereses altos, el golpe más inmediato es la cuota mensual. Un mismo monto prestado puede costar bastante más al final del plazo, lo que obliga a las familias a recalcular prioridades, recortar gastos no esenciales y pensar dos veces antes de endeudarse únicamente para cubrir consumo cotidiano.
Además, cuando las tasas permanecen elevadas durante mucho tiempo, aumenta la morosidad y la renegociación de deudas, porque los hogares ajustan su gasto para cubrir primero lo esencial, como alimentos, transporte y vivienda, y solo después lo financiero.
Quiénes muestran alivio relativo
En el otro extremo están economías donde la caída de tasas fue más rápida o donde la inflación está controlada. Perú, por ejemplo, mantiene un costo del dinero más moderado y una inflación baja, lo que deja condiciones de crédito menos pesadas para el consumidor común.
En conjunto, el panorama muestra que el problema sigue siendo serio, pero no homogéneo: hoy Argentina y Brasil cargan el peso principal, Colombia y Chile se mueven en una zona de tensión contenida, y Perú y México representan los casos donde el alivio empieza a sentirse con mayor claridad.
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